LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA:
ALGUNAS LECTURAS Y ACONTECIMIENTOS
Eduardo Garcia Teske
RESUMEN
Las relaciones entre Educación, Sociedad y Tecnologías es un tema central de los diversos análisis que se presentan en los ámbitos académicos del mundo contemporáneo. Las particularidades de la época por la que transitamos, hace manifiesta una tendencia revolucionaria en cualquiera de los niveles de la vida cotidiana de los sujetos.
El habitus social institucionalizado ya no presenta características similares entre un momento y otro. Esto obliga a una necesaria reflexión sobre las formas en que se concretan los cambios sociales, sobre las novedades que producen los mismos en los sistemas de acción humana y sobre la incidencia que ejercen las tecnologías a partir de una instalación hegemónica dentro de los diferentes contextos.
Existen diversos enfoques epistemológicos, ontológicos y metodológicos sobre las relaciones entre estos tres campos, así como diferentes discursos sobre sus beneficios, sus oportunidades y sus amenazas. Transitar por ellos y asumir una visión crítica sobre las mismas, es uno de los elementos de mayor convocatoria en estos tiempos.
La educación constituye el campo central de la sustanciación de los cambios y se ve atravesada por el conjunto de variables imperantes, las cuales, determinan los acontecimientos que ya sucedieron y los que están por suceder.
Palabras Claves: Educación, Sociedad, Tecnologías, Escenarios de acción, Lecturas de la realidad, Escuelas, Aulas, Discursos, Acontecimientos, Huellas, Rastros, Preguntas, Respuestas.
INTRODUCCIÓN.
Las transformaciones sociales y educativas de las últimas décadas han permitido una serie de reflexiones sobre las posibilidades de la educación en contextos cambiantes y vertiginosamente innovadores. La interpretación de la realidad y la búsqueda de argumentos válidos que expliquen los cambios y las transformaciones, se han constituído en un tema central del discurso contemporáneo. Quizás, uno de los elementos centrales que se plantea en el momento de buscar las respuestas a modificaciones sustanciales, que expliquen las nuevas formas de concebir la relación entre la Sociedad y la Educación, es la multicausalidad. Los cambios sociales y educativos no son consecuencia de un solo factor, sino básicamente de un conjunto de elementos que interceptan los campos disciplinares y sociales. La tensión paradigmática entre modernidad y postmodernidad, a partir de la mirada crítica, provocó un cambio sustancial en las formas de ver y entender la realidad. Estos dilemas tiñeron una realidad fuertemente consolidada desde finales de siglo, por ciertas posturas que transitaron hacia su hegemonía en las variables políticas, económicas y sociales.
Este escenario, de gran poder expansivo, toma a las sociedades en diferentes momentos de su autodesarrollo, exigiéndoles asimilarse a él o caducar en el intento de su progreso económico y social. La Educación como factor social no escapa a la disyuntiva de ajustar y aceptar o negarse y perecer. Esta tensión marca las progresivas contradicciones y crisis de las instituciones sociales en general, y de las instituciones educativas en particular. Lo que durante los siglos XIX y XX ha sido un modelo de escolarización a gran escala, que con mayor o menor grado de implantación entre países, con mayor o menor celeridad en su expansión a lo largo del planeta, ha sido exitoso en múltiples planos, entra en tela de discusión. Sin embargo, lo que sigue siendo todavía una necesidad social y seguramente lo seguirá siendo durante muchas décadas, se ve fuertemente amenazado por varios entrometidos, entre ellos, el fenómeno de una progresiva consolidación del fenómeno del conocimiento como eje de los sistemas económicos y sociales, la planetarización de la información, la introducción de prácticas sociales mediadas por ordenadores y sistemas de redes, que inciden tanto en el seno de los propios microespacios personales como en los centros educativos. Esto implica claramente, la transformación de las formas de ser y hacer de los colectivos e individuos en referencia a sus mecanismos de vida cotidiana, surgiendo concomitantemente una nueva connotación: la sociedad tecnológica.
LECTURAS PARA UN PUZZLE DE LO REAL.
Hablar de sociedad tecnológica implica construir un mapa representativo de las relaciones entre sociedad y educación, tarea que hoy, no es fácil. Para “armar” un esquema de la realidad, recorreremos diferentes trayectorias a través de algunas lecturas, como estrategia metodológica, que permita encontrar algunas huellas, que marquen el escenario contemporáneo. Las lecturas son argumentos que sostienen la visión de lo real, o sea de aquello que se ha ido constituyendo, que constituye y que se constituirá a partir de lo nuevo, del cambio y la transformación. Tales relatos conllevan en sí un proceso interpretativo que conduce a develar aspectos trascendentes, desde una mirada que se desplaza desde lo instalado (instituído) a lo que busca instalarse (instituyente). Estas construcciones dan cuenta del desarrollo del pensamiento sobre lo real.
LECTURA 1: COMPLEJIDADES Y ACTUACIONES.
El escenario actual, con predominio de hipercambios, inhibe la posibilidad de construir escenarios futuros con las tendencias del pasado, y exige nuevas orientaciones que utilizan modelos de simulación, para dar una representación más acertada y próxima a lo real. Este nivel de complejidades acrecienta el manejo de técnicas más heurísticas, que transforman en ineficiente a aquello que en el pasado puede haber sido muy exitoso. El trasvase de estos aspectos al ámbito educativo implica situar a los sistemas en la ruptura de las culturas organizacionales imperantes -burocráticas y centralistas- para construir sobre la base de perspectivas globales, con un creciente desarrollo de la creatividad, investigación e innovación, los elementos centrales de una gestión más flexible, participativa, descentralizada y de carácter concertado. Implica la participación de los diferentes actores sociales intervinientes en la selección, ejecución y evaluación de las políticas y estrategias válidas para el campo educativo.
A la teoría de la educación, se le exige pensar la teoría y la práctica más en la complejidad, que en la linealidad de las situaciones, lo que se corresponde con el amplio desarrollo de una visión para la cual “el mundo se ha convertido en un mundo de entrometidos” (Kliskberg, 1994), donde el orden de variables externas conmueven el contexto inmediato de la acción. Estos "entrometidos" son un dato inédito de la realidad, que requieren para su abordaje, del desarrollo de la capacidad social y de la revalorización del papel de la educación y sus instituciones.
La educación contemporánea se identifica con calidad, descentralización de la gestión y delegación de poder para la toma de decisiones, just on time, para dar respuestas inmediatas a cada uno de los requerimientos diarios. Con la asunción de nuevos modelos de gestión sistémica, institucional e incluso áulica que prioricen el nuevo paradigma, como base transformadora de la acción educativa. Esto implica generar respuestas acertadas a los hipercambios que se presentan a escala mundial a través de la socialización progresiva y simultánea de la información, aspectos cruciales de la denominada complejidad situacional en que se sumergen las organizaciones actuales.
LECTURA 2: CÓDIGOS Y MODERNIDAD.
Los desafíos de los sistemas sociales y educativos actuales, se enmarcan en la discusión teórica entre la modernidad y la postmodernidad, aspectos que in fine resuelven los diversos enfoques de inclusión de los mismos. Modernidad y modernización son términos muy escuchados en los discursos político-económicos y socio-culturales de las últimas décadas. Modernidad refiere no a una época, sino a un proceso. El término, muy discutido hoy (también en Latinoamérica) se aplica a la actividad consciente por la cual se alcanzan los estados más altos de la modernidad.
La teoría de la modernidad, derivada de los enfoques de Weber y Parsons, constituye un elemento esencial del desarrollo económico de las naciones, representando la socialización de las competencias o sea las características básicas que hacen a los requerimientos de la industrialización.
La modernidad implica un cambio de actitud, donde los valores tradicionales deben transformarse en una objetividad racional, la que debe trasmitirse a través de las instituciones educativas y laborales. Los valores de la teoría de la modernidad son aquellos que caracterizan a las sociedades desarrolladas, implicando la necesidad de transformar e integrar la cultura popular (tradicional) en los valores del mundo industrial (racionalidad) con el fin de propiciar el desarrollo.
La modernización no hace al llegar a la época moderna, sino a los estados más altos de la racionalización científico-tecnológica que caracteriza a tal época. Por ello, el desarrollo es el motor de la transformación económica y social, en términos de valores y normas universales, vale decir el cambio de lo tradicional a lo moderno. A este respecto, se afirma, que la modernización lejos de constituir el tránsito entre una sociedad de partida tradicionalista a una de llegada desarrollada, concebida en forma etnocéntrica como reproducción de las actuales, se constituye en una distorsión entre los sistemas educacionales y su medio ambiente, que constituye el factor principal de la crisis educacional.
Paralelamente, con el surgimiento del concepto de necesidades básicas de aprendizaje , aparece una categoría de análisis que permite sacar a luz, el conjunto de indicadores que intervienen en lo educativo, para realizar un cambio de enfoque con respecto a las condiciones pedagógicas y didácticas que permita superar las condiciones educativas y sociales del momento. Estas necesidades abarcan tanto los instrumentos fundamentales del aprendizaje (alfabetización, expresión oral, aritmética y resolución de problemas), como los contenidos básicos del aprendizaje (conocimientos, capacidades, valores y aptitudes) condiciones que necesitan todos los seres humanos para sobrevivir, desarrollarse plenamente, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar su calidad de vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo.
Así el énfasis se ha cambiado hacia los instrumentos y contenidos que los individuos necesitan dominar para vivir mejor, trabajar y continuar aprendiendo. Estos instrumentos (leer, escribir, contar, expresar, resolver problemas) considerados los códigos de la modernidad, se constituyen en la clave para poder vivir y convivir en lo social, en cuyo seno las transformaciones conducen a que el conocimiento pase a ser un factor decisivo para el mejoramiento y desarrollo nacional; redefinido como productividad con equidad y ejercicio de la ciudadanía. La estrategia propuesta comprende tres niveles: el de objetivos estratégicos, el de los lineamientos políticos y el institucional. La crítica de los paradigmas de modernización, para el caso particular de América Latina, centra básicamente sus propuestas en la revalorización del modelo democrático fundado en una amplia base de concertación social; el cambio de percepción y actitud frente a la realidad y la revalorización de los modelos sociales.
Los modernos críticos, ven en los postmodernos una moda intelectual de los '80 y en la modernidad un proyecto incompleto, que forma parte de su propia dinámica en un pensarse sobre sí mismos.
LECTURA 3: RUPTURA Y POSTMODERNIDAD
En este escenario se instala una discusión avalada a partir de las reflexiones teóricas de Lyotard, quien proclama el colapso de la modernidad y la vigencia de lo postmoderno. Desde el postmodernismo se entiende que las categorías trascendentales que la modernidad ha elaborado, están en crisis. La validación de los metarrelatos, enunciados que interpretan y normatizan la realidad mostrando cómo las cosas son, hacia dónde deben encaminarse y cómo se entrelazan el ser y el deber ser, son categorías que promueven racionalidad y objetividad.
Los postmodernos cuestionan la vigencia de estos metarrelatos de la modernidad, señalando que han perdido capacidad explicativa y fuerza legitimadora asociando esa ruptura a diversos fenómenos:
q La revolución de paradigmas en las ciencias exactas y naturales;
q La aceleración del cambio tecnológico y la diversificación de procesos y productos;
q El auge y difusión de signos y lenguajes que pulverizan el modelo de racionalidad, interpretando el entorno a través de diversas perspectivas;
q La pérdida de la centralidad del sujeto en la fase actual de desarrollo histórico;
q La despersonalización del saber impidiendo preservar la idea de sujeto-portador-del conocimiento;
q El éxtasis comunicacional que socava las fronteras e identidades nacionales.
Las instituciones sociales se ven colmadas por una estructuración individual y grupal que trasciende la ausencia de cualquier totalidad como horizonte de significación social y política, promoviendo un centramiento en el mundo próximo al sujeto, el del instante, el del hoy. De esta manera, los procesos de endo y aculturación que hacen a la internalización de las pautas globales del grupo, plantean la reificación de lo postmodernista. La serie de cambios políticos, económicos, culturales, generacionales obliga a construir una nueva perspectiva, donde la palabra postmodernidad aparece con fuerza.
Lo postmoderno implica asumir lo popular o colectivo definiéndolo como una mezcla, en la cual cumplen importante función elementos de diferentes culturas- que son inter-nacionalizados a través de los mass media e internalizados de manera peculiar a un nuevo campo de significación, donde lo próximo y lo distante se dispersa, fusionándose en la tesis de la aldea global de Mc Luhan.
De esta manera, se organiza el síntoma más significativo de la cultura postmodernista, o sea la sustitución de lo profundo por lo superficial; provocando rupturas importantes en las asimilaciones constantes que realizan los sujetos y por ende, que fundamentan sus aprendizajes. Los códigos postmodernistas caracterizan a la sociedad actual que aprehende y se apropia permanentemente de nuevas formas de relación y de acción, donde lo post es el campo de fuerzas en el que han de abrirse paso impulsos culturales de muy diversa índole, como formas residuales y emergentes de producción cultural. Básicamente el relato postmoderno se nutre de la exaltación de la diversidad, el individualismo estético y cultural, la multiplicidad de lenguajes, formas de expresión, de proyectos de vida y el relativismo axiológico. Paralelamente junto a fenómenos como la vertiginosa aceleración y desarrollo del conocimiento científico-tecnológico, la recomposición y reconversión ocupacional, la internacionalización de la cultura (multiculturalización), la globalización de las economías, las transformaciones sociales, los hipercambios contextuales, se destacan las exigencias de nuevas formas de percibir la realidad, en concordancia con escenarios de mayor complejidad social. La discusión sobre la validez del paradigma postmodernista en latinoamérica esta en pleno auge, no obstante sus síntomas, se presentan a diario.
La tensión modernidad-postmodernidad promueve la progresiva diferenciación entre instituciones y realidad. Una sociedad que gira en torno a la resignificación y validación de los códigos de la modernidad como construcción de los emergentes básicos que tiendan hacia su desarrollo (productividad), posee instalado en su seno un conjunto de códigos postmodernistas que hacen a la construcción de una mentalidad colectiva particular y diferenciada.
LECTURA 4: MITOS Y NUEVOS DIOSES.
El dilema anterior, se sustancia a partir de otros emergentes. Asistimos al nacimiento de una nueva sociedad donde la realidad se construye y se significa por la omnipresencia de las tecnologías de la información y la comunicación. Se podría afirmar que la mayoría de los discursos que connotan lo real están cargados de significados sobre la validación de los beneficios que estas tecnologías brindan para el progreso y el desarrollo social. Las tecnologías de la información y comunicación condicionan las estructuras organizativas (políticas, económicas y sociales) en todas sus etapas, creando o simulando nuevos entornos de acción, con nuevos fundamentos o resignificando los tradicionales, en la búsqueda de una nueva legitimación. Éstas determinan por un lado, quienes tienen acceso a ella y por otro, qué o quiénes controlan su creación y su disposición. Así por ejemplo, la calidad, la gestión y la velocidad de la información se convierten en factor clave de competitividad, tanto para el conjunto de los oferentes como para los demandantes. Todo conduce a plantear un nuevo escenario donde preexisten patrones vinculantes entre la economía, la política, la comunicación, el conocimiento y las actitudes de la ciudadanía que se ven atravesados por las tecnologías de la información y de la comunicación. Parecería que esta es la génesis de ciertos elementos instituyentes; entre ellos, los mitos: el mito constituye un sistema de comunicación, un mensaje. Esto indica que el mito no podría ser un objeto, un concepto o una idea; se trata de un modo de significación, de una forma.
El mito trata generalmente sobre la fantasía de lo divino en la vida de los hombres, normalmente con una finalidad fundacional, “fundando” algo donde antes no existía. El mito no oculta y no pregona nada: deforma; el mito no es ni una mentira ni una confesión: es una inflexión.
Este nuevo escenario, es el que diversos autores han significado como un escenario del mito. Baudrillard (1993), Estupiñán (2001), Aparici (2000), Mari (2001), afirman que vivimos en una época en la cual estaríamos conviviendo con el mito de la universalización de la comunicación.
La revolución tecnológica que se iniciara en la década de los 70 se expande en la actualidad como la formulación de un nuevo paradigma social y económico que está generando el mito de una transformación sin precedentes en la vida de la humanidad, produciendo una comunicación instantánea de ámbito planetario, con efectos colectivos e individuales, que redundan en una generalización de la calidad de vida hasta cotas sin precedentes: desde un acceso ilimitado al conocimiento a un consumo con costes menores. Este mito ha sido posible por la inmediata aplicación práctica que han tenido las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (no tan nuevas, no tan innovadoras) en los procesos de producción, por una parte, y por el decidido apoyo que la aplicación de las nuevas tecnologías encontró en el ámbito político. Se daban, pues, todas las condiciones para el auge del llamado pensamiento único (Ramonet, 1998). Este mito se convirtió en el principio y fin de la sociedad, cuando en verdad, está sirviendo para que apaguemos la memoria del pasado y pensemos que estamos en el admirable mundo nuevo (Baudrillard, 1978). Se pretende anular el saber histórico y fragmentar la experiencia social que enseña lecciones y trasmite el bagaje de experiencias simbólicas e identitarias para el hombre en su construcción personal y social. El pasado es visto como sinónimo de atraso y de caos, por ende, se ha de afianzar una nueva sociedad, resultante de la implantación de las nuevas tecnologías. Es este escenario ¿una construcción real o una ficción? Para Berger y Luckman (1983) la realidad se puede plasmar para su análisis como una construcción social sustentada sobre tres pilares: la institucionalización, la legitimación y la internalización. Las instituciones, en cuanto facticidades históricas y objetivas se enfrentan al individuo como hechos innegables. La realidad objetiva de las instituciones no disminuye a pesar que el individuo no comprenda el propósito o el modo de operar de ellas.
El mundo institucional es actividad humana objetivizada que requiere: legitimación, (modos de poder explicarse y justificarse); e internalización (socialización progresiva o proceso de subjetivación de lo objetivable). En este proceso puede que se aprehenda la realidad social como si fueran cosas distintas de la producción humana, en términos no humanos o suprahumanos, como resultados de leyes cósmicas, o manifestaciones de la voluntad divina, que se experimenta como facticidad extraña. Esto da paso a lo que se connota como la reificación, que no es más que un mundo objetivado que pierde comprehensibilidad como empresa humana y queda fijado como facticidad inerte, no humana y no humanizable.
Los significados humanos no se entienden como productores de un mundo, sino como producidos por la naturaleza de las cosas. Aunque aprehenda el mundo en términos reificados, el hombre sigue produciéndolo, o sea que, paradójicamente es capaz de producir una realidad que lo niega (Ídem, 1983). Así aparecen nuevos dioses que se instalan en el tótem colectivo. Los dioses del momento, todos ellos, se encuentran en las tecnologías.
LECTURA 5: MERCANCÍAS Y OPORTUNIDADES
El concepto de Sociedad del Conocimiento es atribuido a Peter Drucker (1993), pero ya se venía gestando desde décadas anteriores (Handy, 1984), mencionando a los trabajadores del conocimiento y la aparición de nuevas empresas basadas también en el conocimiento. Tal vez antes de estas menciones, ya Alfred Whitehead había señalado la importancia del conocimiento y su relación con la tecnología y con lo que denominaba “progreso disciplinado”. Sin embargo, algo distinto se ha investido en los noventa que lo diferencia del pasado (Mattelard, 2003) y le otorga sentido a términos, sin duda cargados de una buena dosis de ambigüedad. Drucker sostiene que en la Sociedad del Conocimiento por primera vez se estaría aplicando conocimiento al conocimiento para obtener una clase superior o más avanzada de conocimiento. Los trabajadores del conocimiento serían quienes con su actividad se ocupan de agregar valor al conocimiento que reciben como insumo.
Sería ingenuo no reconocer los beneficios económicos, sociales y culturales de las nuevas tecnologías, para quienes las utilizan. Rechazarlas o cuestionarlas sin más, significaría mantener una posición tecnofóbica. Quienes mantienen posiciones de esta naturaleza adoptan más bien una actitud conservadora provocada muchas veces por la ignorancia y el miedo, utilizándose argumentos más de naturaleza emotiva que racional. Pero este es un posicionamiento que no trasciende más allá de las esferas individuales y de grupos de fundamentalismo ideológico.
En las sociedades contemporáneas, el único debate profundamente arraigado en la ciudadanía, es el que intenta dilucidar lo que corresponde al mercado y lo que debe ser dejado a la acción colectiva en este campo reducido de los servicios de las personas (Petrelle, 1997), servicios entre los cuales se incluye a la educación que, de ser considerada un derecho, objeto de los adecuados mecanismos de justicia redistributiva, se ve transformada, en todos sus niveles, en un servicio y susceptible, por tanto, de comercialización. (Accino, 1999).
Aparecen así variados discursos. Un discurso mercantilista sobre la sociedad de la información y las nuevas tecnologías, divulgado por el conjunto de sectores industriales vinculados con el sector de la nueva economía. Desde esta visión el desarrollo de la sociedad del conocimiento supondrá mayor bienestar material, y en consecuencia, más felicidad para los individuos.
La base de la nueva economía está en el hecho de poder transformar la información digital en valor económico y social, en conocimiento útil, creando nuevas industrias, nuevos y mejores puestos de trabajo y mejorando la forma de vida de la sociedad en su conjunto a través de un desarrollo basado en el uso del conocimiento. Se debe apostar a convertir el conocimiento en PBI. La "economía de la información" tiene que ser la economía de la "Sociedad de la Información" que está en pleno proceso de formación. Se habla de la llegada de las "autopistas de la información", de cómo estas autopistas nos permiten distribuir cada vez más información y de una forma cada vez más rápida, de una forma eficiente y económica. Pero es preciso tener presente que el cambio al cual estamos asistiendo es mucho más que un cambio puramente de tipo tecnológico. Se trata de cambios que están afectando a todos y en todas partes, donde, como sugería un titulo de la prestigiosa revista The Economist, se está produciendo "la muerte de la distancia", donde existe la posibilidad de crear nuevas condiciones para el crecimiento, con profundas repercusiones en el empleo, la productividad, el conocimiento y las formas de vida de todos nosotros. El cambio es tan trascendente que la acertada gestión de esta transformación debe representar el principal desafío económico y social para un país. No se puede asociar este sorprendente proceso a la información entendida como la simple transferencia de muchos y mejores datos sino básicamente como el próspero mercado del conocimiento".
Este tipo de discurso pregona la imagen del éxito, la imagen del poder. Es en definitiva la convocatoria a la dominación del mundo a través de una pertenencia social a la nueva sociedad. Es la imagen que denota suprapaíses, supranaciones y suprahumanos. Esa imagen representa la omnipresencia de las tecnologías y el dominio del mundo, Esa imagen se “mercantiliza” a través de campañas publicitarias públicas y privadas, Es la constatación del poder hegemónico de las tecnologías que convoca al dominio del mundo. Es la imagen con la que representamos en este trabajo, que educación, sociedad y tecnologías; son asociadas con oportunidades de un ascenso que se identifica con lo divino. Las tecnologías son los nuevos dioses del tótem colectivo. Por otra parte, y como contestación a la posición anterior, existe un discurso crítico-político que defiende que las tecnologías digitales deben estar al servicio del desarrollo social y humano, y no controlado por los intereses de las grandes corporaciones industriales del mundo capitalista. Es el discurso de los Foros Sociales Mundiales y del movimiento antiglobalización o globalización alternativa. Es un discurso que daría cuenta de la necesaria desconstrucción (Derrida, 1995) de las deidades de la tecnología. Es el discurso de pregona la necesidad de humanizarlas y ponerlas al servicio del hombre, para descentrarlas del lugar de divinidad que ocupan en el discurso mercantilista. Es la oportunidad de asociarlas con el mejoramiento de la condición humana como instrumento del desarrollo social.
Un tercer discurso, tecnocentrista, sostiene que las tecnologías digitales en general, e Internet en particular, son el eje de un proceso de revolución no sólo tecnológica, sino también de la civilización humana y se convierten en el centro del cambio social y cultural.
A este respecto, el informe del PNUD destaca que las tecnologías de la información y la comunicación eliminan los obstáculos que se oponen al desarrollo humano, al menos de tres maneras que antes resultaban imposibles:
q “Elimina los obstáculos que se oponen al conocimiento. El acceso a la información es tan esencial como la educación para la formación de las capacidades humanas. Si bien la educación desarrolla la capacidad cognitiva, la información dota de contenido al conocimiento. La Internet y la world wide web pueden suministrar información a pobres y ricos por igual”.
q “Elimina los obstáculos que se oponen a la participación. Las comunidades y las personas pobres a menudo se ven aisladas y carentes de medios para emprender acciones colectivas. En años recientes las comunicaciones mundiales por la Internet sirvieron de impulso a muchos movimientos de la sociedad civil del planeta: el acuerdo sobre la prohibición de las minas terrestres, las iniciativas para el alivio de la deuda a los países desfavorecidos y los esfuerzos por suministrar medicamentos contra el VIH-SIDA en los países pobres. La Internet resulta igualmente poderosa en la movilización local de las personas”.
q “Elimina los obstáculos que se oponen a las oportunidades económicas. Pese a la reciente caída de las acciones tecnológicas y la desaparición de muchas firmas ‘punto.com’, la tecnología de la información y las comunicaciones y las industrias conexas se cuentan entre los sectores más dinámicos de la economía mundial. Ellas ofrecen a los países en desarrollo posibilidades de aumentar sus exportaciones, crear buenos empleos y diversificar la economía. El sector de la tecnología de la información y las comunicaciones requiere menos inversiones iniciales en términos de capital e infraestructura que los sectores más tradicionales, lo que explica por qué las industrias de alta tecnología crecen más rápidamente en los países en desarrollo que las de tecnología media. Además, estas industrias necesitan mucha mano de obra y proporcionan nuevos empleos y salarios a los trabajadores calificados”.
Finalmente, deberíamos citar un discurso apocalíptico (siguiendo la denominación utilizada por J. Echeverría) en el que las tecnologías de la información y comunicación representan el fin de los ideales y valores de la modernidad y del modelo ilustrado de sociedad.
El auge de las tecnologías en el contexto global ha incidido plenamente en la realidad de los Estados modernos. Todos los discursos promueven básicamente el desarrollo de las mismas como factor de cambio y de progreso. No sólo los discursos oficiales, también los empresariales, los propagandísticos, los políticos y los pedagógicos asumen como condición sine qua non la instalación del campus global tecnológico, como una característica central de la modernidad.
El concepto de sociedad de la información o sociedad del conocimiento, implica una forma de desarrollo económico y social en el que la adquisición, almacenamiento, procesamiento, transmisión, distribución y diseminación de la información se realiza con vistas a la creación de conocimiento y a la satisfacción de necesidades de las personas y de las organizaciones. El propósito central de la sociedad tecnológica, es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? Muchos discursos mercantilistas y tecnocentristas. Pocos discursos críticos. Algunos discursos apocalípticos.
LECTURA 6: MICROCOSMOS Y FRONTERAS,
El mundo de las tecnologías, es el mundo global. El concepto de planetarización de la información rige para cualquier Estado, nación, sociedad o grupo. Los sujetos como individuos del mundo, están insertos aún sin saberlo, en un espacio que no reconoce los límites territoriales o geográficos. Es un espacio ampliado, difuso, abierto y sobre el cual es imposible tener control. Es el macrocosmos de microcosmos, el ciberespacio.
El ciberespacio es invisible y artificial, pero existe en todas las facetas de la vida. La invisibilidad del espacio, y la globalidad del mismo, hacen de él un microcosmos digital en el que no existen fronteras, distancias ni autoridad central.
En su concepción original era el soporte de información en el que residía y se ejecutaba el software de la computadora, y dentro del cual fluían comunicaciones electrónicas. Es un espacio virtual de información que existe entre la computadora y las restantes redes de comunicaciones. Aunque en la literatura científica, y sobre todo futurista, el término refleja los sistemas donde reside la realidad virtual, es mucho más que eso: es la integración de las operaciones de proceso y las comunicaciones entre computadoras, las llamadas telefónicas, los mensajes.
El espacio virtual, cuyo mejor exponente actual es la red, no es presencial, sino representacional, no es proximal, sino distal, no es sincrónico, sino asincrónico, y no se basa en recintos espaciales con interior, frontera y exterior, sino que depende de redes electrónicas cuyos nodos de interacción pueden estar diseminados en distintos lugares. Con espacios virtuales nos referimos a lugares ideales, donde las barreras espacio/ temporales desaparecen y donde la interacción personal alcanza sus más altas manifestaciones, por lo que son mundos ideales creados a partir de la realidad virtual, que en ciertos momentos le aporta una nota de sofisticación a los sistemas utilizados para crear estos espacios virtuales (Bartolomé, 1995).
En el desarrollo de la sociedad del conocimiento, se vaticina para un futuro cercano -y el pronóstico parece bastante factible- la implantación de la educación a distancia por medios electrónicos, esto es, la posibilidad, tecnológicamente cierta, de la creación de aulas virtuales, en las cuales cada estudiante en su propia casa podrá disponer de toda la información necesaria. La red informática, el CD Rom, la Internet y los nuevos softwares, constituidos en herramientas de aprendizaje, le abrirán horizontes inusitados para sus tareas educativas. (Borja, 1996).
Desde esta mirada, no hay duda de que la conformación de este ciberespacio educativo, implica un espectacular avance. Pero, desde una racionalidad pedagógica, ¿lo será también? ¿No estaremos ante la vieja educación bancaria tantas veces impugnada por Paulo Freire, solo que ahora en su moderna versión de cajero automático? Esa augurada aula virtual se identifica, entre sus rasgos más salientes, por su carácter individuado, esto es, por estar dirigida a individuos aislados, receptores de instrucción. Ya la actual enseñanza, a todos los niveles, está marcada por esa matriz. (Kaplún, 1999)
LECTURA 7: RASTROS Y EXTRAMUROS.
Uno de los elementos surgentes desde una postura crítica hacia la escolarización, pasada la mitad del siglo XX lo constituyó el movimiento por la deslegitimación de la educación formal, que insistió fuertemente en formas alternativas de formación del hombre, que no pasaban necesariamente por un aula y una escuela como se conocía hegemónicamente a esa fecha. La educación a distancia vino a complementar la oferta educativa que hacían los sistemas nacionales, a través de una estrategia de estudiar en casa y sin necesidad de asistencia directa a una institución. Esta característica hizo que la lógica espacio-tiempo, tan fuertemente significativa en un acto educativo formal, sistemático y de masas, lograra descentrarse para pasar a una lógica más no formal, autorregulado y personal.
Esta lógica rompe los patrones normales del reconocimiento social, por cuanto, se interroga sobre qué formación en los valores esenciales, los atributos de la identidad grupal y el conocimiento socialmente avalado, puede efectivizar. Quizás uno de los mojones más importantes que redireccionó el pensamiento contemporáneo sobre la educación lo constituye la aparición de la teoría crítica de la educación. La posibilidad de interrogar el qué y el cómo instituído, y la de establecer una distancia entre el ser y el deber ser, fueron aspectos que proyectaron una nueva mirada sobre las cosas y en particular, sobre el hecho educativo en sí mismo. Desde esta perspectiva, se pueden identificar algunos rastros de lo que puede constituir un cambio en las formas de educar a la sociedad. Las certezas con respecto a la escuela no constituían el elemento esencial de épocas pasadas y por lo tanto los nuevos emergentes centraban sus argumentaciones en la consideración de la sociedad como “institución educadora”. Escuela versus sociedad, era el dilema planteado. Así nuevas voces surgen en procura de reinstalar el paradigma de la educación como función eminentemente social y no sólo desarrollada a través de las instituciones creadas con esos fines.
Para fundamentar la hipótesis de la sociedad educadora se recurre a rastrear algunas huellas que señalen elementos que forman parte de la construcción del acontecimiento. El análisis no es lineal, ni pretende, validar la hipótesis, sino solamente verificar los caminos por donde corren las argumentaciones sobre la construcción de la sociedad educadora.(Álvarez, 2002) Entre ellas se destacan:
q Viejos sueños de autarquías. La aparición de la teoría crítica, en sus diversas manifestaciones ha cuestionado fuertemente los cimientos de la modernidad y por ende, la validez de sus representaciones sociales; entre ellas, el Estado y sus formas de organización. “La crítica radical a las instituciones se resumía en una postura antiestatalista que en el fondo pugnaba espacios de autonomía, donde la sociedad pudiera expresarse y decidir su propio destino de la manera más autártica posible”.
q Las reformas educativas: Los problemas estructurales de los sistemas educativos, aunados a la situación política y económica de los Estados, generaron el escenario propicio para la transformación de los sistemas, dentro del objetivo de responder a los retos de mayor cobertura y calidad, así como de la búsqueda de la eficiencia interna de los mismos en un mundo cada vez más globalizado y competitivo. Sin embargo “todas estas reformas, están en marcha, y casi diez años después muchas de ellas no han podido resolver los asuntos de la eficiencia administrativa y de la racionalidad del gasto, tal como se lo propusieran”.
q Redistribución de las responsabilidades: Los Estados asumen progresivamente la delegación de responsabilidad en el campo de la educación, transfiriendo las mismas a diversos actores. “Los nuevos actores deben participar incluso en la definición de los contenidos y métodos, promoviendo una estrategia pedagógica que considere la participación de alumnos, padres y profesores como un aspecto central del sistema educativo”. Estas tendencias podrían redefinir las relaciones entre lo público y lo privado, los niveles de participación en la gestión pública de la educación y por lo tanto, un nuevo orden que se acompaña con un nuevo ejercicio del poder.
q Nuevos escenarios educativos: Uno de los elementos más significativos de la modernidad es la construcción de escenarios urbanos. La aparición de nuevas formas de convivencia social se acompaña en paralelo de la aparición de nuevos escenarios educativos. “Los lugares donde nos socializamos, por donde circula el conocimiento, las verdades y los valores propios de nuestra época, se han diversificado”. Esto ha generado cambios en las características de legitimación del conocimiento que conllevan a desdibujar la imagen de la escuela como institución relevante de síntesis y transmisión del mismo. “Ya nadie puede aceptar que con la educación básica es suficiente para saber lo que la sociedad exige”. Se sugiere la emergencia de un nuevo paradigma educativo, el que sostendría que la escuela ya no es la única ni la principal responsable de la educación de los ciudadanos de un país y que la infancia ya no es la única edad para aprender.
q La internacionalización de la educación: La estrategia del desarrollo de los países, atravesó con fuerza los estamentos educacionales. Esta estrategia, surgida como alternativa para la reconstrucción de los Estados, implicó formas de organización conjunta, regionales, que hicieron que la misma tomara características generalistas, se internacionalizara la propuesta y se instituyera en el ámbito de las diferentes naciones (básicamente del mundo subdesarrollado) como única manera de emerger del mismo. La educación era el centro de acción para la gestión del desarrollo. Para ello, la institución educativa debía modernizarse y ésta implicaba el ingreso de la tecnología educativa. El tratamiento que habría que darle a la educación debía ser el mismo que se le daba a cualquier empresa productiva, y esto implicaba no solo relacionar la educación con el sistema productivo sino también con las necesidades de democratización de la nueva estructura sociodemográfica. En esta alternativa se sitúa la educación como estrategia efectiva de movilización social, por un lado, y de mejoramiento económico, por el otro. El respaldo de esta postura, estaba centrado en la necesidad de ampliar el concepto de educación más allá de la escuela. Era urgente trascender la escuela y hablar de la educación de extramuros.
LECTURA 8: MEDIATIZACIONES Y COTIDIANEIDADES.
La posibilidad de trasmitir conocimientos, imágenes, textos, sonidos, por Internet al hogar, y a una multitud de usuarios simultáneamente a un costo más o menos reducido, y en el futuro a un costo relativamente mínimo, va revolucionando la educación en su conjunto y exigiendo la elaboración de nuevos modelos teóricos y prácticos. La enseñanza tradicional en sus dos modalidades – presencial y a distancia – ingresa en debate y en medio de estas dos surge una tercera y nueva modalidad de enseñanza: la enseñanza virtual o enseñanza online. Se trata de una nueva modalidad basada en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que promete "revolucionar" la educación tradicional.
A este respecto, "Vivimos en un período de transición entre una sociedad industrial y una sociedad de la información. Las escuelas tal como las conocemos están diseñadas para preparar a las personas para vivir en una sociedad industrial. Los sistemas de educación preparan a las personas para ocupar un lugar en la sociedad imitando a las fábricas y oficinas de una sociedad industrial [...] Diariamente, en todo el mundo, los jóvenes utilizan bicicletas, colectivos, automóviles o trenes para ir a la escuela, exactamente lo mismo que harán más adelante para ir a trabajar. Se supone que tendrán que fichar a una hora concreta y aprenden a trabajar en los pupitres de las aulas que son exactamente iguales a las oficinas de la industria y el comercio. El modo en que se administra el tiempo, en que se dividen las asignaturas para su estudio y en que se organizan las escuelas como burocracias son anticipaciones de la vida después de la escuela. Cuando suena el timbre al finalizar el día escolar, los alumnos salen corriendo para trasladarse a casa, exactamente igual a lo que hacen los trabajadores de las fábricas y oficinas aproximadamente una hora más tarde [...] (Tiffin & Rajasingham, 1997)
Una sociedad industrial depende del movimiento físico de las personas y los bienes, de manera que la infraestructura tecnológica fundamental es el ferrocarril, las rutas, el mar y el transporte aéreo. La infraestructura tecnológica fundamental de una sociedad de la información es sin embargo, la red de telecomunicaciones. Para preparar a las personas para vivir en una sociedad de la información, se necesita un sistema educativo que se base en las telecomunicaciones y no en el transporte [...] Hoy en día, si se quiere hablar con alguien que no se encuentra presente, tenemos dos elecciones que representan las diferentes formas de hacer las cosas en una sociedad industrial y en una sociedad de la información: ir a verlo o llamarlo por teléfono. Utilizar una red de transporte o una red telefónica. Es raro tener una elección similar en educación. Si se tiene que asistir a una clase hay que viajar hasta el aula. La educación precisa una alternativa. Alumnos y maestros deberían poder tener la opción de reunirse para la instrucción por medio de las telecomunicaciones o del transporte".(Tiffin & Rajasingham, 1997)
Ritfkin (2000), en su obra La era del acceso, mantiene la tesis de que en el nuevo capitalismo cultural las Tecnologías de la Información y Comunicación juegan un papel fundamental ya que nuestras vidas cada vez están más mediatizadas por los nuevos canales digitales de expresión humana. De este modo "tras siglos de existencia cuasi-independiente, solo ocasionalmente en contacto con el mercado, la cultura -nuestra experiencia compartida- se está convirtiendo en un objeto económico, gracias al poder que comienzan a ejercer las nuevas tecnologías sobre nuestra vida cotidiana"
Cuando la cultura y la sociedad en la que nos desarrollamos cambian de manera significativa, la educación también debe cambiar para seguir desarrollando su función trasmisora del patrimonio cultural. Y esto es lo que ocurre ahora que estamos entrando en la sociedad de la información: momento de profundos cambios socioculturales que exigen cambios educativos adecuados. (Majó & Marqués, 2002)
LECTURA 9: HUELLAS Y DOMINANCIAS.
Los procesos emergentes de las nuevas tecnologías, no apuntan sólo a modificar la estructura y organización de los sistemas educativos, sino también la teoría y la práctica educacional. ¿Cómo pensar la educación del futuro sin incorporar en su diseño y desarrollo las herramientas básicas que instalan la realidad? ¿Qué respuestas desde la educación esperan los colectivos sociales?
Entre los elementos más destacados se encuentran:
q La ruptura en la homogeneidad de la Escuela como institución legitimadora de la identidad colectiva y de la construcción de ciudadanía.
q La diversificación de la oferta de educación, que deja de ser potestad exclusiva de los Estados para pasar a compartir la misma con la sociedad civil, aspectos de internacionalización de las políticas y las estrategias educativas, y las relaciones cada vez más dependientes entre educación y economía.
q La permanente tecnologizaciòn de las sociedades y por ende de sus instituciones que modifican el ritmo cotidiano de su accionar y transforman sus prácticas a diario.
q La conveniencia de un modelo determinado de sociedad, determinado por la avasallante globalización y mundialización de la economía y los patrones culturales, que colocan a la información y al conocimiento como centro de los procesos de desarrollo.
q La inclusión en las escuelas de la más variada tecnología, sin instancias reflexivas sobre las posibilidades que ofrecen las mismas.
q La aceptación acrítica de las mismas, por parte de todos los colectivos docentes en todos los niveles, sin discusión, adaptándose al modelo y a la tecnología y no a la inversa.
q La generación de un sentimiento en el que se entremezclan el arrobamiento ingenuo ante la novedad y un difuso temor a quedar "descolgados", sin preguntarse, al menos: "descolgados ¿de qué?".
Los sistemas educativos fueron receptores pasivos de esta masiva incorporación de medios, mostrándose inhabilitados para su operación y desarrollo. El problema es que la institución escolar ha vivido la incorporación de las nuevas tecnologías como una intrusión, como algo que necesariamente ha de utilizarse, pero sin saber muy bien porqué, para qué y cómo. Sin conocer los efectos de su uso en el aprendizaje, en el currículo y en la organización de la propia institución (Gros, 2000).
Frente a estos elementos sustanciales, que demuestran dominancia de las tecnologías en un escenario social y educativo en particular, una de las interrogantes básicas de esta contemporaneidad es ¿Enfrentamos nuevas formas de concebir la educación?
LECTURA 10: SEDUCCIONES Y CONQUISTAS
En las últimas décadas del siglo XX, irrumpen fuertemente los avances tecnológicos cuasi masificándose en los diferentes campos del hacer social. Las tecnologías de la información y la comunicación inauguran un nuevo estilo de vida e instalan nuevos conceptos. La sociedad industrial se transforma en una nueva configuración. La sociedad del conocimiento (Toffler, 1989; Drucker, 1991) se presenta como seductora y conquistadora. Así comienza un proceso de colonización, con modernas estrategias, que dominan las representaciones sociales sobre el mundo. Ningún ámbito del desarrollo humano escapa a ellas y por ende, la educación recibe sus imperativos. Es una obviedad recordar, que la estratificación que existe en nuestras sociedades y que es fuente de tantas desigualdades, en el campo de la información y la cultura también se reproduce. Si la ilusión de la integración social y la justicia distributiva (económica y educativa) es válida en el seno de las sociedades occidentales, la ilusión de que los modernos recursos electrónicos son para todos, también está instalada. Esta ilusión sostiene el mito de la participación y la igualdad de oportunidades de acceso al conocimiento, la información y el avance tecnológico. No reconoce la posibilidad de que haya segmentos de población que quedan al margen.
Tecnologías para pocos, seducción de muchos. Al mismo tiempo, esos pocos que tienen acceso a Internet y a las redes privadas son contemporáneos del resto del mundo en más de un sentido. Se comparte la misma información, al mismo tiempo o simultáneamente, que otros ciudadanos, en cualquier lugar del mundo. Un cibernauta en Buenos Aires, en Santiago de Chile, en Montevideo o en Ciudad de Panamá, tiene acceso prácticamente al mismo menú de opciones que puede recibir un colega suyo en Sidney, en Miami, en Bonn o Estocolmo.
Las modernas redes de información, entre otro de sus tantos efectos, tienen el de conquistar y seducir a sus usuarios independientemente del sitio donde se encuentren y, al dotarlos de una señal de identidad, los diferencia destacándolos del resto de las comunidades a las que pertenece cada uno de ellos. Este entorno cada día adquiere más importancia, porque, para ser activo en el nuevo espacio social, se requieren nuevos conocimientos y destrezas que habrán de ser aprendidas. Las tecnologías posibilitan la creación de un nuevo espacio social-virtual para las interrelaciones humanas, pero este nuevo espacio (a través de las redes modernas de comunicaciones), también ha de posibilitar procesos de aprendizaje y transmisión del conocimiento. Adaptar la escuela, la universidad y la formación, al nuevo espacio social requiere crear un nuevo sistema de centros educativos, a distancia y en red, así como nuevos escenarios, instrumentos y métodos para los procesos educativos (Bello Díaz, 2003)
Las tecnologías son el instrumento básico de su consolidación. Las formas de entender la realidad se transforman. Las formas de actuar y de ser también. Más allá de los mitos que se generan a través de su presencia o ausencia, las tecnologías de la información y la comunicación, inauguran las olimpíadas de la era cibernética.
LECTURA 11: ATRAVESAMIENTOS Y RETOS.
Toda actividad humana y todo campo de conocimiento se ven atrapado y atravesado por las tecnologías. La educación, como toda actividad social asimila sus influencias y transforma su existencia. Una de las primeras respuestas es la ruptura con los patrones básicos de la sistematización y unificación a través de los sistemas formales y las instituciones educativas. Sistemas e instituciones que se actualizan con la adquisición de modernos parques de tecnologías informáticas y multimediales, pero que no encuentran las estrategias y las formas de proceder a utilizarlas de la manera más pedagógicamente necesaria y oportuna.
Nuevas formas, nuevos escenarios. La modernización o actualización de los procesos de enseñar y de aprender se vieron fuertemente sacudidos por los embates del nuevo paradigma de la virtualización. La nueva época, a partir de ordenadores, microcomputadores, telefonía digital, entre otros, obliga a mirar nuevamente los procesos y a instalar nuevas estrategias en la función educativa.
Burbules y Callister (2001) analizan la relación entre tecnologías y educación a través de tres momentos de lo que denominan el sueño tecnocrático, Un modelo del “ordenador como panacea” estableciendo que las nuevas tecnologías traen consigo posibilidades intrínsecas capaces de revolucionar la educación, y que bastaría con liberar ese potencial para que se resolvieran muchos problemas en la escuela. Este discurso, proviene de aquellos que colocan a la tecnología en el centro de la resolución de los problemas del entorno cotidiano y promueven – aliviar las clases superpobladas, facilitar el trabajo de profesores y maestros, etc.- la tecnología como mercancía y la necesidad de la información y la “subida” a la rueda del progreso como un negocio altamente rentable.
El sueño tecnocrático sigue por los defensores de las modas pedagógicas, que se afilian a las mismas y pregonan sus bondades como condición sine qua non de la modernización educativa; y una versión intermedia, quizás la más adoptada por la mayoría de los observadores serios, según los autores, en que se media entre panacea y herramienta de solución. Toda tecnología incluye ciertas tendencias en cuanto a su uso probable, y plasma la concepción de las finalidades que pueden otorgársele. Por lo tanto el reto es formar usuarios que tiendan a ser críticos y reflexivos en cuanto a las eventuales consecuencias de su aplicación y a estar preparados para la posibilidad de que los beneficios que brinde se vean atemperados por los problemas y dificultades no previstos que acarrea.
En el campo de la educación, tanto la educación convencional como la educación a distancia, se ven fuertemente sometidas a la irrupción casi hegemónica de las tecnologías, que pasan a formar parte, no sólo de la infraestructura institucional, sino de los propios procesos de enseñar y de aprender. En su desarrollo histórico, la educación a distancia ha acumulado un grupo de facilidades que demuestran su validación operativa con respecto a las formas tradicionales, sin oposición y con complementariedad, a fin de emerger como lo que realmente es en la actualidad: un procedimiento cualitativamente superior para la apropiación de la información y la construcción del conocimiento.
Una de las señales de mayor significación práctica, es la correspondencia con las causas que motivaron su aparición. Su motor impulsor de desarrollo sostenido es la necesidad de distribuir conocimientos y crear habilidades en una población cada vez más ávida y necesitada de ellas. Precisamente intentando satisfacer carencias reales y acceder a un espacio donde la productividad, de todo tipo, mejore progresivamente, en aras de la consecución de un mayor desarrollo social. Para ello, una de las características más significativas es su accesibilidad. Su empleo posibilita a un número elevado de personas acercarse, con amplias posibilidades, al conocimiento, apropiarse de él, en un proceso interactivo del cual generalmente emerge un sujeto con un grado de preparación teórico-práctica más amplio e integral que le permite enfrentar mejor los retos de su entorno. El reto supremo consiste no sólo en proporcionar servicio cuando el alumno lo necesita, sino además, desarrollar la capacidad de cada individuo de atender a sus propias necesidades de aprendizaje (Paul, 1999) Es necesario entonces tomar en consideración las exigencias e intereses de los grupos que acceden a esta modalidad de enseñanza, pues el espectro de posibilidades que proporciona es muy amplio ( Hara & Kling;2000). En el mundo de hoy, la educación tiende a ser cada vez más personalizada, más flexible, con mayor interactividad, más accesible y son los recursos tecnológicos de la comunicación y la información los que están instando este cambio. La Educación a Distancia en particular, se ve cada vez más fortalecida por el avance tecnológico, estableciéndose una relación directa entre innovación tecnológica e innovación educativa, básicamente en lo que respecta a los procesos de mediación asistida a través de las tecnologías.
Mirar la educación a través de estos mediadores tecnológicos, implica pensarla nuevamente para reconstruir el campo teórico y práctico que la sustenta y le da legitimidad. Este constituye el reto más importante.
LECTURA 12: SUJETOS Y NO SUJETADOS.
Una de las tensiones que en el campo metodológico han marcado la evolución de la educación y sus diversas modalidades la constituye su centración en un enfoque primigenio de carácter conductista y un fundamento contemporáneo de base cognitivista o humanista (Evans y Nation; 1992) .
El modelo actual sostiene la impronta de generar conocimiento en el que aprende, a través de sus propios aprendizajes anteriores. Las ideas previas y la teoría de la inclusión, de la asimilación y del aprendizaje significativo (Ausubel, 1979), así como la posibilidad de generar andamiajes permanentes a partir de las herramientas cotidianas (Brunner, 1986) permiten colocar los procesos de enseñar y de aprender en niveles más constructivos del conocimiento. Uno de los aspectos más relevantes de las actualizaciones curriculares de los contenidos a asimilar, consiste en la consideración de la teoría sociocognitiva o culturalista de Vigotsky (1986) a través de la cual se sostiene la tesis de que el aprendizaje es una función social por excelencia, ya que “ en el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces; primero a nivel social y más tarde a nivel individual; primero entre personas (interpersonal) y después en el interior del propio niño (intrapersonal)... todas las funciones superiores se originan como relaciones entre los seres humanos...”
El aporte de las teorías constructivistas encuentra en la educación contemporánea un excelente campo de aplicación. Las diversas modalidades de desarrollo educativo en la actualidad (marcadas fuertemente por los procesos innovadores de la educación abierta) asumen un tipo de educación académicamente exigente, especialmente por las características que los usuarios deben desarrollar como pre-requisitos: capacidades de lectura comprensiva, de identificación y solución de problemas, de análisis y de crítica, habilidad para investigar y comunicar adecuadamente los resultados. A pesar de que el estudio parece ser individual, el trabajo en pequeños grupos (aprendizaje colaborativo) es el instrumento más destacado en los actuales formatos educativos. La responsabilidad del aprendizaje recae en el alumno, que debe planificar y organizar su tiempo para responder a las exigencias de un curso. La formación de alumnos autónomos y capaces de valerse por sí mismos es el criterio esencial para evaluar los logros pedagógicos (Paul, 1990)
Desde la perspectiva del docente, la modalidad de educación abierta tampoco deja de lado la relación profesor-alumno, sólo cambia el formato y la frecuencia. De la función de enseñante, el docente pasa a ser un facilitador del aprendizaje, un creador de situaciones con medios innovadores que permitan al alumno lograr los cambios significativos y el desarrollo de habilidades necesarias. La calidad del diseño instruccional y de los recursos empleados son fundamentales para el logro de la excelencia de los aprendizajes, así como el uso de medios múltiples; material escrito, mensajes instruccionales y educativos por radio, por televisión, por audiocassettes, por videocassettes, por software y aulas virtuales a través de Internet. En síntesis, la evaluación formativa, el aprendizaje significativo, la educación individualizada, el trabajo colaborativo, el uso de medios en la presentación de la información y el desarrollo de mediaciones adecuadas, son conceptos medulares que en la educación contemporánea adquieren gran relevancia. Por ello, el enfoque metodológico instala los siguientes elementos básicos como instrumentos esenciales para su estructuración: papel activo del alumno como sujeto de aprendizaje, respeto a la diversidad, a las condiciones de motivación y de intereses personales, uso flexible del tiempo, tutor facilitador y no trasmisor del saber, uso de conocimientos y habilidades adquiridas para un desenvolvimiento adecuado en la vida diaria y evaluación formativa.
Un modelo con estas características coloca en el centro del proceso de acción al sujeto, a sus intereses, a sus potencialidades y a sus posibilidades, sus demandas y expectativas, a su juicio crítico y su creatividad, para que le sirva a sí mismo, como plataforma de desarrollo personal y social. Coloca al individuo como sujeto de educación y no como individuo sujetado (atado, manipulado) a los objetivos planificados que se presentan como indicadores esperados del sujeto que se quiere lograr y no necesariamente del que quiere construirse. Este construirse (a si mismo) representa una actividad, según Vigotsky, que le permite internalizar las actividades sociales e históricamente significativas, a través de la transformación de un proceso interpersonal en un proceso intrapersonal, que se da sólo a partir de la mediación de signos y herramientas culturales con las cuales convive y las cuales selecciona, socializa y apropia. (1986:93).
LECTURA 13. CAMBIO Y/ O MUTACIÓN
La emergencia de nuevos elementos que se suman al modelo, y que progresivamente van tomando un lugar en la literatura pedagógica, comienzan a incidir directamente en el campo de lo social y particularmente en lo educativo. Estos nuevos elementos conforman un modelo mutante o un nuevo modelo, el modelo del cambio. Así como las sociedades pierden identidades, se transnacionalizan y globalizan económica, política y socioculturalmente a partir de la presencia del espacio virtual, la educación asume nuevos procedimientos, nuevas actuaciones y otras demandas que la colocan nuevamente en instancia de interpelación. ¿Llega la virtualidad a la educación? ¿Hay una nueva educación? ¿Qué es la educación virtual. ?
¿La educación virtual es una nueva forma de educación? ¿Es una nueva configuración que sustituye a las modalidades existentes?
El concepto de educación virtual se presenta de diversas maneras. Se la define como "entornos de aprendizajes que constituyen una forma totalmente nueva, en relación con la tecnología educativa, un programa informático - interactivo de carácter pedagógico que posee una capacidad de comunicación integrada. Son una innovación relativamente reciente y fruto de la convergencia de las tecnologías informáticas y de telecomunicaciones que se ha intensificado durante los últimos diez años" (UNESCO, 1998).
Es una modalidad educativa que eleva la calidad de la enseñanza aprendizaje, que respeta su flexibilidad o disponibilidad (en cualquier momento, tiempo y espacio). Alcanza su apogeo con la tecnología hasta integrar eficientemente tres formas metodológicas: lo asincrónico, lo sincrónico y la autoformación.
Aparece con todos los atributos que la sostienen y legitiman. Si es para referirse al aprendizaje, surge el e-learning; si es para referirse a la enseñanza, surge el t-learning; si es para referirse a situaciones educativas que combinen presencialidad y distancia, surge el b-learning (blended learning).
Estos nuevos descriptores, ¿no cambian las condiciones (valencias y vectores al decir de Lewin) del propio campo?
Las aportaciones de la realidad virtual al ámbito educativo son, por el momento, un territorio prácticamente no explorado, aunque estén produciéndose los primeros intentos para comenzar a extrapolar a la enseñanza las aportaciones de los laboratorios de investigación, llegando a ser considerada como la tecnología que aportará la herramienta definitiva de la educación del futuro (Fandos, 1995). En el nuevo milenio, las redes telemáticas son la expresión más desarrollada del entorno virtual debido a su carácter multimedia, muy importante a efectos educativos, y al grado de interactividad. (Bello Díaz, 2003)
Quizás nos encontremos en los albores de un nuevo modelo educativo, que se instala sobre estructuras frágiles y necesitadas de cambio. Quizás sea esta fragilidad y cierta necesidad, lo que facilita la emergencia de nuevas construcciones, que más que fortificar a las ya existentes, mutan en una nueva. Quizás la educación esté en proceso de mutación. Quizás las sociedades estén mutando hacia configuraciones nuevas.
Bogard sostiene que uno ya habita en un mundo constituido por simulaciones (a través de las nuevas tecnologías virtuales, los medios de comunicación, las representaciones de la publicidad, etc.), de manera que los espacios públicos o privados que ocupa, ya están construidos como entidades imaginarias; están demarcados por circunstancias culturales que uno no elige, y apenas sí puede ver más allá de ellas, porque son las que predominantemente definen el horizonte de la propia comprensión y el sentido de sí mismo, Por lo tanto cuando uno piensa que está eligiendo entre diferentes posibilidades, las opciones entre las que puede elegir no son en sí elegidas” (Burbules y Callister; 2001)
Quizás la sociedad del conocimiento sea en última instancia esa nueva sociedad, la cibersociedad, una entidad real o imaginada que se instala, tanto desde la teoría del simulacro de Jean Baudrillard como desde la fantástica creación de Donna Haraway.“
LECTURA 14: REAL Y VIRTUAL
El concepto fundamental implícito en las últimas experiencias de educación es el de "aula virtual": un intento de implementar mediante aplicaciones telemáticas la calidad de la comunicación de la formación presencial en la educación a distancia. En ocasiones, en el lenguaje cotidiano oponemos "virtual" a "real". Sin embargo, lo virtual es aquello que posee las mismas características y efectos que los objetos o situaciones reales que representa. Las aulas virtuales son la manera de incorporar los efectos didácticos de las aulas reales a contextos en los que no es posible reunir físicamente a los participantes en un proceso de enseñanza y de aprendizaje. Es evidente que la modalidad educativa que más se puede beneficiar de esta tecnología es la enseñanza abierta y a distancia.
El aula virtual (virtual classroom) es el concepto que agrupa actualmente las posibilidades de la enseñanza por línea en Internet. En principio, es un entorno de enseñanza - aprendizaje basado en un sistema de comunicación mediada por ordenador. Todos tenemos experiencia con aulas normales, arquitectónicamente tangibles: son el espacio en el que se producen el conjunto de actividades, intercambios y relaciones comunicativas que constituyen el eje fundamental de la enseñanza y el aprendizaje.
La estructura espacial del área virtual es muy distinta a la de los entornos naturales y urbanos tradicionales. Se entiende que la modificación de la actividad educativa virtual deberá ser profunda. Bello Díaz (2003) distingue entre escenarios para el estudio, la investigación, la docencia, la interrelación y el esparcimiento. El pupitre y el pizarrón tienen una nueva expresión en la virtualidad: son la pantalla de la computadora y sus diversos periféricos. Si llamamos telepupitre a ese nuevo escenario educativo, lo más novedoso es su ubicación. Este puede ser portátil y estar conectado a una red educativa. Se puede acceder a él desde la casa, desde la institución académica o desde cualquier otro lugar físico, de manera que siempre está disponible para su utilización. La actividad académica deja de ser un intervalo temporal rígido, o, lo que es lo mismo, la teleescuela o la universidad virtual siempre está abierto. Esto implica un cambio en los hábitos educativos. Por otra parte, los materiales educativos cambian por completo. En lugar del lápiz, el cuaderno, los lápices de colores, y los libros de texto, el actual utillaje educativo del aula virtual está formado por la pantalla, el ratón, el teclado, la multimedia, la pizarra electrónica, el software y los videojuegos.
Los estudiantes deben aprender a manejar estos nuevos instrumentos y los creadores de materiales educativos deben plasmar el conocimiento y las destrezas en los nuevos soportes.
En las aulas virtuales se estudiará ante la computadora y con el CD de física, matemáticas, ciencias naturales o idiomas. Además programas multimedia sobre animales, plantas, geografía, astronomía, historia y con las ventajas de que puede ser contemplada con una minuciosidad desconocida hasta ahora. Otro tanto cabe decir de las bibliotecas virtuales, los museos, las ciudades digitales o los nuevos paisajes virtuales. Son las aulas o campus virtuales, a cuyos escenarios se accede conectándose a una red educativa telemática. Aparte de ser aulas distales, lo más notable es que dejan de ser recintos con interior, frontera y exterior, convirtiéndose en redes digitales en las que se desarrollan las diversas acciones educativas. El profesor, puede ahora proponer una serie de problemas previamente diseñados, controlar a distancia lo que hacen los alumnos en su pupitre virtual, corregirles interviniendo en su pantalla, sugerirles ideas, motivarles, pero todo ello en un nuevo medio que no es físico, sino electrónico. Incentivar el trabajo en equipo en este nuevo entorno es uno de los mayores problemas de la actividad docente.
En el nuevo milenio, las redes telemáticas son la expresión más desarrollada del entorno virtual debido a su carácter multimedia, muy importante a efectos educativos, y al grado de interactividad. Han surgido nuevas tecnologías de memorización, archivo y documentación, y la realidad virtual abre nuevas posibilidades para el desarrollo de procesos perceptivos y sensoriales. A través de las redes electrónicas es posible teletrabajar, entretenerse, investigar y hacer arte, entre otras muchas cosas. El entorno virtual es un nuevo espacio social porque actividades sociales pueden desarrollarse en redes, no sólo en los hogares, instituciones o empresas.
La sociedad tecnológica requiere un nuevo tipo de alfabetización, o, mejor, la adquisición de nuevas habilidades y destrezas para intervenir competentemente en el espacio cibernético. La hipótesis de los diferentes entornos implica la irrupción de un nuevo ámbito social en el que hay que saber moverse y actuar. De ahí la necesidad, de plantearse nuevos retos educativos. (Bello Díaz, 2003)
LECTURA 15: DISTANCIAS Y SEÑALES
Entrar en un escenario condicionado por las características antes mencionadas, implica en primera instancia determinar una postura frente a la realidad. El análisis de la misma exige promover un avance hacia el cambio. Diversos autores (Illich, 1966; Reimers, 1968, Soler, 1965; Freire, 1970, Giddens, 1990) han establecido la necesidad de ver la construcción de la realidad desde una postura crítica. Esto implica básicamente, tomar distancia de lo real para poder analizarlo, y volver a él con un afán transformador. Avanzar en una postura crítica exige romper con los patrones dominantes en una cultura establecida y promover nuevos espacios, tiempos y formas de construir o reconstruir la realidad.
El concepto de “constructo” (Castoriadis,1983:57) marca con claridad la posibilidad de construcción, deconstrucción y reconstrucción (Derrida, 1995) que tienen las instancias sociales y por ende educativas, dentro de una realidad determinada. Esta postura exige asumir la realidad como objeto de estudio o análisis. El asumir la educación como objeto de análisis, y en particular la educación a distancia, en la actual coyuntura de desarrollo tecnológico y social en concordancia con las huellas mencionadas anteriormente, conduce a afirmar que las señales que se pueden recoger desde el propio campo educativo son interesantes.
En el discurso educativo, Freire (1970) plantea como tesis central la de una educación liberadora, frente a la educación bancaria, propia de los sistemas educativos convencionales. Resulta impostergable la reconstrucción de modelos sociales más inclusores para que fortalezcan las capacidades humanas mínimas para un adecuado desarrollo de sus propias potencialidades.
La educación actual, debe plantear la posibilidad de una expansión potenciadora de la formación esencial de los ciudadanos, primero de la aldea natal y luego de la aldea global, al decir de Mc Luhan. Tanto desde el macrosistema institucional al microsistema áulico, la educación - y por ende la sociedad - se presentan como un escenario interpelado en busca de su re-transformación como objeto de desarrollo de lo humano. Tal aseveración conduce a la imperiosa necesidad de repensar desde el contrato inicial, los propios fines y metas que sustentan a los sistemas sociales y las instituciones educativas actuales y sus relaciones con las tecnologías. De igual manera, si bien las instituciones adquieren cada vez mayor importancia como objeto de investigación, en tanto se concentra en ellas la posibilidad de la gestión del cambio social emancipador y no solamente reproductor, la propia transformación se fundamenta en el hecho de la necesidad de extender los márgenes de acción, de reflexión, de participación y por ende de compromiso, de los emergentes actores, generando nuevos espacios de promoción de innovaciones en relación al desarrollo de otros objetivos institucionales más concertados. Pensar las instituciones educativas y las actuaciones en educación (escuela o aula), como construcción compartida, instala un espacio organizado en el cual la sociedad deposita un conjunto de expectativas, necesidades, intereses y usos que se asumen a través del contrato fundacional. Es permitir la permanente actualización del contrato signado y hace a la esencia de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Es darle a la educación una alternativa para que ella procure lograr la formación integral de los educandos, en concordancia con las políticas y los fines educativos de la sociedad global.
Estas construcciones se reflejan en procesos dinámicos de permanente reestructuración donde los actores asumen una figura preponderante como potencial de transformación. Es desde este potencial que cada actor (Frigerio y Poggi, 1992:25) interpela e interviene en la realidad para adecuarla a sus necesidades, a sus intereses, a su ideología, a su concepción del mundo y de la vida. La incidencia de los actores en su entorno, es lo que permite la vivencia diaria de la institución como espacio de transformación y cambio, provocando las rupturas necesarias de ciertas rutinizaciones propias de los condicionamientos humanos y por ende institucionales.
Provocar la ruptura implica asumir de forma diferente la tarea diaria, generar la invención como estrategia de mantenimiento vital de lo institucional, aquello que no se agota con el replanteo consecuente de los diferentes menús establecidos. Asumir ambos pares: institución-constructo y actores-potencial de transformación; implica reconocer la presencia de diferentes representaciones personales y sociales con respecto a lo educativo y lo social, al lugar y el rol de las tecnologías y a las múltiples percepciones de la realidad intra e interinstitucional.
3. LA CONFIGURACIÓN DEL ACONTECIMIENTO
Si la Sociedad Tecnológica, se instala en nuestros contextos, se instituye en un acontecimiento, esto es, algo dado. Un hecho consumado del cual sin darnos cuenta participamos activamente de él. Sería ingenuo no reconocer que trae beneficios económicos, sociales y culturales para quienes las utilizan. Rechazarlas o cuestionarlas sin más significaría mantener una posición tecnofóbica. Quienes mantienen posiciones de esta naturaleza adoptan más bien una actitud conservadora provocada muchas veces por la ignorancia y el miedo, utilizándose argumentos más de naturaleza emotiva que racional. Pero este es un posicionamiento que no trasciende más allá de las esferas individuales y de grupos de fundamentalismo ideológico. Por el contrario, el discurso dominante sobre las nuevas tecnologías tanto en los medios de comunicación como en las esferas políticas y empresariales de las sociedades occidentales es un discurso económico y políticamente interesado en resaltar las bondades de sus efectos, optimista sobre el futuro hacia el que caminamos, y axiomático sobre su necesidad. Es un discurso que apenas deja sitio para la discrepancia, para el análisis crítico tanto del proceso acelerado de estas innovaciones tecnológicas como de los efectos sociales y culturales de dicho proceso (Zubero, s/f).
A este respecto, Elboj (2000) sostiene que la sociedad tecnológica genera un proceso de dualización social; quienes desarrollan la capacidad de trabajar con la información y quienes no, que quedan afuera. Cada vez más sectores sociales no llegan a esas capacidades mínimas que la sociedad de la información les exige, de selección y procesamiento de la información, manteniéndose al margen del mercado de trabajo, y si trabajan lo hacen en la economía sumergida en trabajos eventuales o, en el caso concreto del mundo rural, en la economía familiar. La causa de las nuevas desigualdades está en la transformación de la sociedad industrial a la sociedad de la información. De una sociedad que priorizaba lo material, que considera que los recursos materiales favorecen el éxito o el fracaso a los países o a las personas, se pasa a una sociedad de la información donde no sólo prioriza el dominio de los recursos materiales sino la capacidad intelectual, la selección y el procesamiento de la información. Paradójicamente, también obstaculizan el progreso hacia un modelo social más democrático y de equilibrio en la distribución de la riqueza material, así como hacia un modelo de sociedad menos agresivo con la diversidad cultural y ambiental. Si bien las tecnologías, se asumen, desde lo tecnofílico, como un instrumento de cambio y transformación de las acciones humanas, en beneficio de lo personal y lo social, ellas mismas son generadoras de ajenidad, es decir, poseen intrínsecamente la posibilidad de transformarse en fetiches de la nueva sociedad.
Una sociedad que se construye sobre el soporte de fetiches, es una sociedad reificada. La tecnologización, hace que en el producir y producirse de lo humano en lo social, se desconozca el sujeto (a sí mismo como productor) y el producto sea vivido o vivenciado como externo, atribuible a las cosas per se. Es el riesgo de percibir la realidad y de percibirse en la realidad, como ajeno, con incapacidad de lograr comprehensibilidad de los significados de lo real y quedando fijado en una facticidad inerte, no humana y no humanizable. Este riesgo, conduce a que haya ido creciendo la conciencia del peligro de la tecnología, en cuanto esta, permite construir tecnológicamente la realidad (Tezanos y López, 1997). No obstante, empiezan a abundar las voces críticas que se pronuncian en diversos ámbitos sobre las falacias de la sociedad mediático-global que parece venírsenos irremediablemente encima, sin que ello suponga desconocer o menospreciar las ventajas objetivas que puede aportar la tecnología. (Accino, 1999) La era cibernética es sustancialmente la era de la incertidumbre. Incertidumbre como factor omnipresente en lo cotidiano. Y esa cotidianeidad marcada por el cambio, produce necesariamente la búsqueda de estrategias individuales y sociales de supervivencia. Hoy sobrevivir es adaptarse al cambio continuo, y el cambio continuo está signado desde la continuidad del desarrollo del conocer. La pregunta que surge es: ¿Puede la Escuela sobrevivir a esta omnipresencia del cambio? ¿Constituyen éstos elementos los factores que configuran la Sociedad Tecnológica? ¿Qué rasgos hacen a la configuración del acontecimiento?
No podemos dar respuestas contundentes. Sin embargo, la recolección de lecturas sobre los acontecimientos de los últimos años, van permitiendo verificar una serie de transformaciones reales en el seno de los sistemas sociales y educativos, que tienden a consolidar una realidad distinta a la de ayer. Para intentar construir un escenario prospectivo de la educación, las primeras premisas a considerar se plasman sobre nuevas huellas que permiten identificar rasgos de la contemporaneidad:
q La democratización de la educación, condujo al rápido crecimiento de servicios educativos en todo el mundo y proporcionó escolaridad a grupos cada vez más heterogéneos y de ambientes socioeconómicos muy diversos.
q Las nuevas identidades institucionales, la escuela ya no es, por lo tanto, la misma escuela que conocimos y pronto no será la misma que es hoy.
q La explosión del conocimiento, el creciente volumen de conocimientos aplicados – particularmente científicos y tecnológicos – adquieren obsolescencia casi inmediatamente y la materialización de nuevas áreas del conocimiento cambia la realidad día a día.
q El desarrollo de la información, presidida por el factor velocidad, inmediatez y superficialidad se correlaciona (genera y distribuye) directamente con las turbulencias, inestabilidades e incertidumbres de la sociedad actual.
q La omnipresencia de los medios, produce un nuevo orden que elimina o hace desaparecer las fronteras territoriales, políticas, económicas, sociales y básicamente identitarias.
q La hegemonía de las tecnologías, exige cada vez mayor consumo de las mismas como forma de estar en el mundo contemporáneo.
q La desnaturalización de las relaciones sociales cotidianas, a instancias de promover nuevas redes interpersonales y grupales con los ciudadanos del mundo.
q La instalación del pensamiento único, como unificación de las pautas económico-sociales y culturales de las sociedades contemporáneas.
q La desigual distribución de la riqueza, las fuentes de acceso a bienes y servicios se distancian cada vez más entre ricos y pobres.
Este escenario plantea casi en exclusividad la importancia de la educación como factor de construcción y de necesaria re-construcción de lo personal y de lo social. Si esto es posible, ¿Cuánto de las características que han definido históricamente a lo educativo han de repensarse como forma de cumplir con los viejos fines? , ¿Cómo debe la educación asimilar el nuevo bagaje tecnológico con vistas a una actualización permanente de las formas de enseñar y de aprender?
La ilusión tecnológica es hoy dominante en toda la sociedad - la amplitud de este hecho ya debería mover a interrogarse sobre el particular: La tecnologización es un agente de cambio que trasciende a la opinión pública como valor positivo, sin que ningún otro factor rompa la imagen de neutralidad que se le atribuye . Un marco epistemológico crítico, exige un proceso en el que interactúan; la acción y la reflexión, el deseo y la realidad, la utopía y la posibilidad, la autonomía y la responsabilidad, lo que, unido al entramado de solidaridades mutuas y de relaciones humanas, proporciona un proyecto que en sí supone la construcción de una realidad vital alternativa, junto a un modelo de aprendizaje creador y crítico.
La educación, en su sentido más profundo, tiene que ver con la vivencia y con la conciencia, y, por tanto con la formación de una cultura transformadora, o sea, aquella que ayuda a comprender y actuar críticamente en la sociedad en la que vivimos, para superar la desigualdad y la dominación. Cultura transformadora es la que conecta la reflexión con la acción, es el paso que queda después de cada experiencia transformadora y que a la vez aumenta el bagaje para la siguiente. Cultura transformadora es, la que conecta la utopía con las realidades concretas que necesitan superarse. Por ello, el objetivo fundamental será el paso sustancial de una educación distribuidora de conocimiento a una educación generadora de conocimiento. Es decir, el tránsito de una educación acumuladora de información a otra creadora de procesos en todos los campos de la vida humana.
Recuperar lo humano y humanizar lo tecnológico es el gran desafío de la teoría y de la práctica de la educación. La educación del futuro ha de ser una educación que se asuma como humanizante instalando la subjetividad y la criticidad como centro de los valores esenciales de la construcción personal y social de los sujetos del mundo. Es darle al hombre la posibilidad de elegir para ser realmente un sujeto libre. Sólo una educación que brinde diferentes alternativas y modalidades de acción, facilitará el acceso a todos y formará en libertad. Es superar dicotomías hegemónicas por complementariedades diversas. Es, quizás, la vigencia de viejos fines en nuevos escenarios ¿Es una señal del cambio? ¿Constituye ese nuevo escenario, el nuevo acontecimiento? ¿Es viable que el conocimiento cibernáutico señale los albores de una nueva educación? ¿Es la sociedad del conocimiento la cibersociedad educadora o será la ciberescuela la que plasme su identidad? ¿Son éstos los acontecimientos que fundamentan la sociedad tecnológica?
No pretendemos dar respuestas o soluciones contundentes. Las fuerzas están en movimiento y se necesitarán algunos años más, para poder ver las nuevas formas que emergen de esas complejas interacciones.
Montevideo, verano de 2007
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